Falacia
Yo honro a los animales que me como al practicar la caza, la agricultura, o simplemente al entender que me estoy comiendo animales sintientes que sacrificaron sus vidas para que yo pudiera continuar con la mía.
Respuesta
La práctica de sacrificar animales tiene sus raíces en la historia antigua, donde existía como un medio para interactuar con el mundo espiritual para el beneficio de una persona o la comunidad. El acto de sacrificar estos animales tenía un significado espiritual, y los animales sacrificados eran vistos como seres que daban sus vidas en nombre de la humanidad. Esta misma psicología aplica entre los consumidores de carne, quienes ven los actos de caza y cría de animales como contratos espirituales, ven la masacre de estos animales como un sacrificio y ven los productos derivados del sacrificio como regalos del animal muerto.
El problema con esta psicología es que no puede haber un contrato cuando todas las partes no están de acuerdo, y el animal ni puede ni está de acuerdo en morir. Específicamente, los animales cazados no están de acuerdo en ser mutilados y perseguidos por el bosque hasta que finalmente son matados, ni tampoco los animales pescados están de acuerdo en ser engañados, apuñalados por la boca, y sacados del agua para ser sofocados. Los animales de granja no están de acuerdo en ser manipulados genéticamente, reproducidos a la fuerza, ser despojados de su descendencia, mutilados, confinados en espacios pequeños y sucios, que los transporten a través de largas distancias sin comida ni agua, y sacrificados en las fábricas que los procesan para la carne, a menudo, mientras están todavía conscientes. Incluso, en la más perfecta de las condiciones, donde un cazador mata a un animal con un solo disparo o un agricultor trata bien a sus animales antes de enviarlos a ser masacrados, estos animales no están entrando en ningún tipo de contrato espiritual, no están sacrificando sus vidas y no están dando nada la humanidad. Por lo tanto, no hay honor ni respeto involucrado en la masacre de animales para la alimentación. El lenguage en sí mismo es falso, es una retórica para auto-exculparse, diseñada para desplazar la culpa personal. La verdad es mucho más simple, y es la siguiente: Que los animales cazados y de granja no se honran ni se respetan cuando son sacrificados. Ellos simplemente mueren a pesar de su deseo de vivir, porque a los seres humanos les gusta el sabor de su carne y secreciones.
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